jueves, 14 de junio de 2007

LOS CUÑADOS

Era sábado en la noche 7:30. Mi novia y yo, después de degustar unos sabrosos “Huevo Bergues” o sea, (pan con huevo frito). Nos disponíamos a comer otro suculento plato que solo pueden saborear las parejas que están enamoradas: “Comer Gallina”.

Nos sentamos en nuestro nidito de amor (el mueble de su casa) y me percate de que en la sala, frente a nosotros, habían puesto una computadora con to’ lo power y mi cuñadito, un niño de 20 años, estaba en su vicio digital del súper chateo.

Al percatarme de la situación inmediatamente me di cuenta de que la cosa se me iba a poner difícil para estar con mi chica a solas y realizar mis diferentes estilos de caricias como: manos muertas y chupa cocote entre otras. Hice lo que todo buen pariguayo podría hacer. Esperar a que el hijo de su madre de mi cuñado le de el deseo de irse a dormir.

Eran alrededor de las 11:30 de la noche y ya estaba cansado de dar besitos de piquito bien sonados para que el cuñadito se diera cuenta de que la “gallina” ya estaba en su punto lista para ser devorada y el queso ya se había puesto duro. (Ojo dije queso, no sean mal pensados). Así que hice lo que un buen cuñado haría en esos casos: Esperar otro chin más.

Eran las 12:00 de la noche. Mientras novia le dirigía miradas asesinas con rayos de cólera a mi cuñado que debió sentirlas más de una ocasión porque en algunos momentos se rascaba la nuca, yo lamentaba mi mala suerte y perdí toda esperanza de desfifarrar a mi novia y me resigne a la lamentable situación de que mi queridiiiiisimo cuñado no me daría chance para nada.

Me disponía a retirarme a mi humilde morada, a enfrentarme a la noche oscura y pasar por el peaje de los tigueres con sus respectivos 5 y 10 pesos, para estar frio con ellos y que no me hagan nada, cuando se cerró la puerta detrás de mi, dejando a mi novia con el rostro desarreglado porque nos salió el tiro por la culata y mis deseos mas profundos de profundizar en mis deseos, se escucho la voz de mi cuñado diciendo: “Manita, ¿vas a usar la compu?, porque me voy acostar y la voy a apagar”.

En esos momentos me dieron ganas de devolverme y clavarle una aguja en las encías. Si, algo así fue lo que sentí cuando escuché su voz afeminada diciendo “me voy a acostar”.

Entonces entendí cuál era el papel de los cuñados en la tierra. Como dice el refrán de el filósofo callejero, literato empírico por naturaleza llamado Rafelito Perez alias “Cabeza”: “Donde el diablo no puede ir manda una mujer o sino, al cuñado de ésta”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amor que pena lo de esa noche, jajaja.
La verdad es que eres bien auténtico describiendo cada detalle que pasa.
ERES UN GENIO MI CIELO.